viernes, 16 de mayo de 2008

Cinco vértices,
cinco triángulos de noventa grados
separan el azar del azahar.

El segundo está dentro, impregnando las paredes
y el silencio, amasándome los sueños,
besándome la frente.
El primero afuera: terrible vértigo de sensaciones
que se derraman,
que construyen el día a día,
a días tortuosos.

Tan contraproducente
lo desconocido.
Tan excitante cruzar el umbral de lo imperfecto.

No puedo amarrar los acontecimientos,
y los minutos van transcurriendo
como moscas liberadas
de lo extraño de la botella,
de lo escabroso de la adolescencia
que quiere correr,
o desnudarse frente al ascensor
que cuando pare,
abrirá sus puertas
a un nuevo viaje.

1 comentario:

iNDigEstA dijo...

.
.
. . . Cada día que descubro un poquito de ti, te me haces algo más grande.
Un beso y un abrazo.

Mencanta el texto, es tuyo...supongo, no?