miércoles, 25 de marzo de 2009

Residuos


Ahora estamos aquí apoyados débilmente contra el raciocinio.
Contra él, contra mi.
Toda mi ropa interior sigue colgando de un alambre del tendedero, no sé cuando me atreveré a recogerla.
La miro desde la ventana, ya no arrastro mis pies hacia el otro lado como lo hacía antes, con el culo empotrado en treinta centímetros de confianza que me separaban del vacío.
En el suelo, los residuos de otras vidas, no entiendo por qué la gente se empeña en mantenerlos vivos entregándoselos sin pudor a otra gente, que tal vez no los quiere; yo no los quiero.
Yo no quiero los residuos de nadie, ni si quiera los tuyos.
Nos imponen la responsabilidad de quedárnoslos, acumulándolos con los nuestros o apartarlos lo antes posible de nuestras vidas, rogando que puedan al fin transformarse.
El horizonte solo es hormigón, el horizonte me separa de los defectos, los secretos, los ronquidos de otros.
Tampoco quiero que se acerque el horizonte, tampoco lo quiero a él.
Silba. No sé si sabes hacerlo. No recuerdo la fecha de tu cumpleaños, ni si pasaste o no la varicela,
podrías dormir conmigo.
Hoy, ahora, dormir conmigo. Sufriré insomnio, pero será un placer que duermas conmigo.
Pero no lo harás, y yo no voy a pedírtelo como antes creyendo que me vencen los instintos.
¿Será un impulso natural del hombre querer que duermas conmigo?
No. Seguro que no; perpetuarnos, regalarle nuestra basura a otros, eso si que es un impulso.

1 comentario:

Malgastar esfuerzos dijo...

O me harán retirar vivo, separar de allí, para variar, o depositarme en otro sitio, al azar.
...
Si cambia usted el fondo negro o la letra en rojo, prometo leerlo todo. ¡Así no puedo leer!
Y como esto me recordará otras tentativas...
Parece dehiscente lo que he logrado atisbar.