domingo, 1 de junio de 2008

Si te descalzas,
desequilibrando al movimiento
que revolotea entre tus dedos,
que forma elipses de viento
despertando tus sentidos
desde el sur;
podrás darte cuenta entonces que no es el cielo el fin,
sino la tierra, sucia y voluptuosa,
sexual y valiente;
que no es el suelo, artificial y finito,
sino la tierra, que nos despeina las raíces,
que nos recuerda que uno siempre vuelve a lo que fue,
al lugar dónde alguna vez sintió
deslizarse el otoño entre las hojas,
sobre nuestras huellas desdobladas por otros pies,
por otro paso que pudo haberse confundido con el nuestro
alguna vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque con zapatos y con ropa, estoy desnuda frente a ti, porque has conseguido llegar muy adentro sin necesidad de buscar y buscar.
No es común encontrar pies tan parecidos en su forma de andar y tan distintos a la hora de bailar.

Lara dijo...

ooooh!
estás aquí!!!
es increíble!!!!
muchísimas gracias por este descubrimiento, me gusta, me gusta mucho lo que veo, cómo has estado escondida todo este tiempo!!!