Fumar contra el cristal de la ventana con la calefacción acolchándote la piel es un dudoso placer mientras los vecinos le cantan a su niña la canción de invierno, la canción temblorosa del padre primerizo. La calle alumbra el árbol delgado, al frente otro salpicado desordenadamente por bombillas de colores.
Así, dudoso el placer.
Y Lorca en la garganta de Morente recorre la habitación en penumbra “un niño que se acerca galopando por el doble latir de su mejilla”
3 comentarios:
dudoso
el
placer
del
que
dudo
Una imagen fantastica...
me-encanta.
(claro)
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